La Inteligencia Artificial (IA) es la combinación de algoritmos planteados con el propósito de crear máquinas que presenten las mismas capacidades que el ser humano, o en estricto rigor, que emulen el comportamiento humano en algún ámbito determinado. Una tecnología que todavía resulta ajena a muchas personas, pero que desde hace unos años está presente en nuestro día a día a todas horas.
Tipos de Inteligencia Artificial
Los expertos en ciencias de la computación Stuart Russell y Peter Norvig diferencian varios tipos de inteligencia artificial:
Sistemas que piensan como humanos: Automatizan actividades como la toma de decisiones, la resolución de problemas y el aprendizaje. Un ejemplo son las redes neuronales artificiales.
Sistemas que actúan como humanos: Se trata de computadoras que realizan tareas de forma similar a como lo hacen las personas. Es el caso de los robots.
Sistemas que piensan racionalmente: Intentan emular el pensamiento lógico racional de los humanos, es decir, se investiga cómo lograr que las máquinas puedan percibir, razonar y actuar en consecuencia. Los sistemas expertos se engloban en este grupo.
Sistemas que actúan racionalmente: idealmente, son aquellos que tratan de imitar de manera racional el comportamiento humano, como los agentes inteligentes.
De esta manera, por ejemplo, si juegas contra la máquina en un videojuego de peleas como Mortal Kombat 11, el software que maneja a tu contrincante sí es una inteligencia artificial porque está intentando comportarse como lo haría un rival humano: reacciona a tu estilo de juego, se adapta, desarrolla alternativas. Por otro lado, si parte del trabajo repetitivo que hacías en la oficina buscando ciertos documentos, guardándolos en otro lado con alguna modificación ahora lo hace un RPA, ahí no se está usando inteligencia artificial: sólo es una automatización de tareas repetitivas. El software no tiene adaptarse a nada, no hay escenarios, patrones, nada de eso.
Aplicaciones prácticas
La IA está presente en la detección facial de los móviles, en los asistentes virtuales de voz como Siri de Apple, Alexa de Amazon o Cortana de Microsoft y está integrada en nuestros dispositivos cotidianos a través de otras innumerables aplicaciones para móvil, detectores de patrones de movimiento en smartwatches, sistemas de recomendación en la televisión por streaming, e incluso en los refrigeradores. El objetivo de todas ellas: hacer más fácil la vida de las personas. Sin ir más lejos, el algoritmo predictivo de Blue Raptor corresponde a una aplicación de Inteligencia Artificial.
Todos estos desarrollos ocurren en paralelo con la construcción de sistemas de IA de análisis de patrones numéricos, de sonido, texto e imágenes, como por ejemplo el famoso caso donde a una IA se le pedía ser capaz de distinguir entre fotos de muffins y chihuhuas. Uno se preguntará por qué dedican tanto trabajo tecnológico a tareas a priori tan ridículas, pero precisamente con este tipo de desafíos técnicos es como se entrena el aprendizaje en ciertas ramas de la inteligencia artificial.
Los avances en IA ya están empujando el uso del big data, en particular por su relación con el Deep Learning y debido a su habilidad para procesar enormes cantidades de datos y proporcionar ventajas comunicacionales, comerciales y empresariales que la han llevado a posicionarse como la tecnología esencial de las próximas décadas. Transporte, educación, salud, cultura… ningún área se quedará fuera de sus posibilidades.